Afortunadamente, desde que tenemos el nuevo reglamento 1169/2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor, que entró en vigor en diciembre de 2014, los productos ya no pueden tener en su lista de ingredientes los “aceites vegetales” o “grasas vegetales” etiquetados como tal sin que aparezca la especie vegetal concreta de la que viene.
Por ejemplo, productos que incluían el famoso aceite de palma estaban etiquetados como que únicamente incluían “aceites vegetales”. Pasa lo mismo con otros aceites como el de girasol o el de colza. Pero, ¿a que todos tenemos muy claro lo saludable que es el aceite de oliva?, ¿a qué cuando compramos un producto que lo contiene nos lo hacen ver claramente con la imagen de una aceituna en su etiqueta?, ¿creéis que eso se hace con los que llevan aceite de palma?
Con este ejemplo, comprobamos que todas las grasas vegetales no son iguales y que ser “vegetales” no implica que sean saludables.
Si comparamos una grasa vegetal como el aceite de palma con una sardina, que podría ser un alimento rico en grasas animales, vemos que la grasa animal en este caso (rica en ácidos grasos omega 3) es mucho más saludable que la del aceite de palma (rica en ácidos grasos saturados), que es una grasa vegetal.
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