Este mito viene de las famosas dietas disociadas, aquellas en las que no se recomiendan mezclar los tres macronutrientes; las proteínas, las grasas y los hidratos de carbono.
Sin embargo, si pensamos en la composición de los alimentos, pocos nos aportan solo uno de los nutrientes. Esto se da en escasas excepciones como el azúcar o el aceite.
Cada vez que nos comemos un filete de pescado, un plato de lentejas o nos bebemos un vaso de leche, estamos consumiendo hidratos de carbono, proteínas y grasas, todo a la vez en un mismo alimento. Por lo tanto no tiene sentido que sigamos esta pauta para perder peso.
El éxito que han tenido las dietas disociadas en la pérdida de peso recae en que, al prohibirnos comer en una comida una serie de grupos de alimentos, la oferta de ingredientes para elaborar nuestra comida se reduce mucho y, por lo tanto, vamos a comer menos.
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